sábado, 28 de enero de 2017

Alemania y Japón en la II Guerra Mundial.



El 2 de septiembre de 1945 finalizó la Segunda Guerra Mundial. Aquel día, en la cubierta del "Missouri", acorazado norteamericano anclado en la rada del golfo de Tokio, Japón, el último aliado de la Alemania nazi, firmaba el acta de capitulación. Esta fecha se conmemora en Rusia como el Día de la Gloria Militar.

La Guerra Guerra Mundial estalló, según la cronología universalmente aceptada, el 1 de septiembre de 1939, cuando Alemania invadió Polonia. Pero, los historiadores chinos discrepan de ello. Y es que en 1931, Japón ocupó el noreste de China, denominado entonces Manchuria. Seis años más tarde iba a comenzar la guerra en gran escala, la que hacia 1939 se había cobrado ya la vida de veinte millones de militares y de civiles chinos. Los planes de los militares japoneses eran amplios, explica Anatoli Koshkin, experto de la Asociación rusa de Historiadores de la Segunda Guerra Mundial:
—En lo que respecta a Asia Oriental y del Pacífico, los japoneses plasmaron sus planes en 1941-1942. Entonces habían ocupado la mayor parte de China y alcanzado las costas de Australia, ocupando las islas Filipinas, Indonesia y todos los países del sudeste de Asia. La así denominada Gran Esfera de Coprosperidad de Asia Oriental, que existía en los planes de Japón, preveía la ocupación de una parte considerable de nuestro país. En particular, de Primorie, Transbaikal, la provincia de Amursk, Sajalín y la Kamchatka. Por un acuerdo con el mando germano, la línea divisoria entre las tropas de Alemania y de Japón, en caso de una victoria sobre la Unión Soviética, debía ser el meridiano de Omsk. Se trataba de dividir todo el mundo, fundamentalmente, entre Alemania y Japón.
En 1938-1939, el ejército nipón acometió varios intentos de invasión del Lejano Oriente soviético y de Mongolia. Los agresores fueron derrotados por el Ejército Rojo junto al lago Hasan, y más adelante, de conjunto con las tropas mongolas, junto al río Khalkhin-Gol. Aquellas derrotas paralizaron la expansión japonesa por el norte.
En los años de la Segunda Guerra Mundial, en la derrota de la máquina bélica nipona, en el teatro de operaciones del Pacífico, desempeñaron un papel protagonista las tropas y la flota de los aliados anglo-norteamericanos. Pero, la conflagración terminó allí donde había comenzado. En Manchuria, en agosto de 1945, después de una ofensiva pujante del Ejército Rojo fue derrotado el ejército de Kwantung, de un millón de hombres. Ya antes del término de los combates, el emperador de Japón, Hirohito, expresó palabras premonitorias: “Ahora, cuando en la guerra contra nosotros ha entrado la Unión Soviética, la continuación de la resistencia significa una amenaza a los cimientos de la existencia de nuestro imperio”. La victoria de los países de la coalición antihitleriana sobre la Alemania nazi y el Japón militarista determinó, en buena medida, el desarrollo de la humanidad de la posguerra, apunta Alexánder Chubarián, director del Instituto de Historia Universal:
—La victoria mostró que países que difieren entre sí ideológica y políticamente pueden, en situaciones extremas, ante la existencia de una amenaza común, ponerse de acuerdo. Esta es una lección para la lucha actual contra el extremismo. Es posible ponerse de acuerdo en una lucha conjunta.
El 2 de septiembre de 1945, en la ceremonia de la firma del acta de capitulación incondicional de Japón estaban presentes representantes de todos los países de la coalición antihitleriana. Cuando la tinta terminó de secarse en el documento, el general Douglas MacArthur, comandante en jefe supremo de los ejércitos aliados manifestó: “Y ahora oremos por la paz que acaba de ser restablecida, y porque Dios la guarde para siempre”.

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