23 DE SEPTIEMBRE DE 1937
Hoy se cumplen 78 años de la partida del Musel de los "niños de la guerra" a la Unión Soviética.
Este 23 de septiembre se marca en rojo en el calendario eterno de los "niños de la guerra" que partieron del Musel en 1937. Año tras año, la Asociación Lázaro Cárdenas rinde homenaje a aquellas criaturas víctimas de la barbarie, y a quienes la vida y la solidaridad del pueblo ruso les brindó una segunda oportunidad.
Nuevamente en la playa del Arbeyal junto a la estatua de Vicente Moreira, el próximo sábado a las doce del mediodía, se recordará a aquellos niños, de los cuales muchos no volvieron, algunos como Araceli Ruiz, presidenta de la Asociación Asturiana de Niños de la Guerra ha podido superar los noventa años con la memoria intacta y el recuerdo nítido de aquellos terribles momentos. Hace algunos días en una entrevista publicada en el diario Público revivía su partida: “Mi padre quedó en la cárcel. Mi madre, madre de seis hijas, se moría de pena cuando las bombas comenzaron a caer sobre Gijón. Ella quería darnos una vida mejor y, cuando se enteró de que la URSS iba a acoger a 3.000 niños españoles, no lo dudó y nos apuntó”.
Hoy se cumplen 78 años de la partida del Musel de los "niños de la guerra" a la Unión Soviética.
Este 23 de septiembre se marca en rojo en el calendario eterno de los "niños de la guerra" que partieron del Musel en 1937. Año tras año, la Asociación Lázaro Cárdenas rinde homenaje a aquellas criaturas víctimas de la barbarie, y a quienes la vida y la solidaridad del pueblo ruso les brindó una segunda oportunidad.
Nuevamente en la playa del Arbeyal junto a la estatua de Vicente Moreira, el próximo sábado a las doce del mediodía, se recordará a aquellos niños, de los cuales muchos no volvieron, algunos como Araceli Ruiz, presidenta de la Asociación Asturiana de Niños de la Guerra ha podido superar los noventa años con la memoria intacta y el recuerdo nítido de aquellos terribles momentos. Hace algunos días en una entrevista publicada en el diario Público revivía su partida: “Mi padre quedó en la cárcel. Mi madre, madre de seis hijas, se moría de pena cuando las bombas comenzaron a caer sobre Gijón. Ella quería darnos una vida mejor y, cuando se enteró de que la URSS iba a acoger a 3.000 niños españoles, no lo dudó y nos apuntó”.