martes, 23 de agosto de 2016

Poema: Dos Patrias de Julio Mateu.



DOS PATRIAS

Dos patrias llevo conmigo,
las dos en el corazón;
las dos con la sangre en grito,
las dos en llamas de amor.

España me dio la vida,
sus tempestades la voz;
el cielo estrellado, lágrimas,
el pueblo mártir, dolor.

Rusia me dio amor de patria,
un mundo nuevo, mejor,
lo que soñaba en la infancia,
lo que hasta Dios me negó.

Lo que mi madre en la cuna
me prometía en canción,
me lo dio la patria grande,
la que en Octubre nació…

Desgarrado por la guerra,
de uno que era, me hice dos:
la mitad quedó en mi aldea,
la mitad al alba llegó.

Respirando libertad,
el blanco abedul creció,
respirando odio a la paz,
más el roble se enraizó.

¡Qué abrazos se dan las ramas
transmitiéndose el calor!
¡En Moscú y Madrid –a un tiempo-
las patrias mías son dos!

Dos patrias llevo conmigo,
las dos en el corazón;
una habla cuando me río,
otra cuando lloro yo.

Julio Mateu.

Julio Mateu, otro niño de la guerra.



Хулио Матеу. Julio Mateu, fué un poeta español nacido en 1908, exiliado a la URSS en plena guerra civil, junto con la literatura Julio Mateu era conocido como un activista social, dirigió el centro español de la URSS. En nuestro país el poeta encontró un segundo hogar. Durante muchos años trabajó en la fábrica de automóviles Likhachev y participó en la unificación literaria del "Magistral". Fué autor de la colección "Mi España". La colección de obras del poeta español Julio Mateo incluye poemas de varios años. Murió en 1985 y está enterrado en el cementerio de Moscú Vvedenskoye.


Dionosio García, niño de la guerra en la URSS.

EN LIBRERÍAS DE MOSCÚ SE ESTÁ OFRECIENDO EN ESTE VERANO EL LIBRO TITULADO “RECUERDOS. LA VIDA DE UN ESPAÑOL EN RUSIA”. SU AUTOR ES DIONISIO GARCÍA, REPRESENTANTE DE LA GENERACIÓN DE “LOS NIÑOS DE LA GUERRA CIVIL”, QUE EN SUS DÍAS FUERON EVACUADOS DESDE ESPAÑA EN 1937 A 1939.

Aquella determinación fue tomada por sus padres, en un intento por salvaguardar a sus hijos de los bombardeos masivos, que matizaban entonces los combates de las tropas franquistas con el ejército republicano, En años contados, desde España emigraron mas de treinta y cuatro mil niños, de los que a la URSS llegaron unos tres mil. Entre ellos figuraba Dionisio, a la sazón de diez años, hijo de una dinastía de mineros asturianos de una aldea montañosa de las afueras de Oviedo. Hoy día es una figura conocida en Moscú: grabador en piedras, pintor de iconos, restaurador, traductor y filósofo. En su libro habla justamente de su vida en Rusia:
–Este libro surgió de muchos apuntes que yo hacía durante toda la vida de cosas que pasaban, de lo que hablaban mis amigos. No tenía en cuenta hacer un libro, eran apuntes para mi memoria. Hablando mejor, mis amigos me dijeron que escribiese este libro, porque a mí me gusta contar mis historias. Soy un tipo que siempre está contando algo, y alrededor se ajunta la gente y yo estoy hablando. Y entonces escogí los apuntes y, poco a poco, añadiendo las cosas, escribí este libro que tiene mucha fama. Puedo decirlo porque los que lo leen les gusta mucho.


No es difícil adivinar por qué es tan cotizado. Su autor departe con un lenguaje animado y rico recuerdos sobre el orfanato de las afueras de Moscú, donde vivían y estudiaban los niños refugiados de España. Dionisio siguió estudios en una Escuela de Artesanía de Moscú, donde aprendió a la perfección el trabajo artístico en piedra. Moviéndose en el medio artístico se hizo de sus mejores amigos, entre los que sobresalen figuras de renombre, tales como el director Andrei Tarkovski, el escritor y director Vasili Shukshín, el pintor Ilya Glazunov. Dionisio define a los amigos la riqueza principal de su vida, razón por la que, cuando tuvo la posibilidad de retornar a la patria prefirió quedarse en Rusia:
–Hubo tiempo que no nos dejaban ir, porque Francisco Franco y comunistas eran enemigos mortales. Pero después de la muerte del generalísimo otro nuevo gobierno español empezó a invitar a venir a los chicos, y entonces se fueron casi todos. En Rusia han quedado aproximadamente unos trescientos de nosotros. Gran parte de esos trescientos también fueron a España, pero por diferentes razones no les gustó la vida de allí y volvieron. Unos estaban casados con una mujer rusa y tenían ya los hijos, otros estaban muy acostumbrados a la vida en Rusia. Yo fue uno de los que regresaron aquí porque estoy muy arraigado hacia Rusia. Los rusos tienen muchas cosas buenas, por ejemplo, una hermandad especial, que todos son amigos, todos son “suyos”. Yo me acuerdo un ruso típico: cerca de mi casa hay un almacén con un escaño de al lado. Un día por la tarde me senté en aquel escaño y al mismo tiempo del almacén sale un ruso que, antes de sentarse, me dio la mano como un amigo. El cielo estaba tachonado de estrellas y entonces le dije: «Mira, ¡qué hermoso! Qué te parece, ¿qué es esto?». Y él dijo en ruso, mirando allí: «No es asunto nuestro».


A propósito, la esposa del “español soviético”, como a menudo definían a estos niños en Rusia, es rusa, con la que tuvo dos hijos que son su orgullo. Antón, es un conocido compositor de la TV en círculos profesionales, y su hija Anna es pintora gráfica. En el hogar sobresale el retrato del progenitor creado cariñosamente por la hija.
Volviendo a su libro nos habla del descubrimiento principal que hizo mientras lo escribía:
–Cuando escribía mi libro, tenía muchas cosas que recordar: personas, acontecimientos, lugares… Por eso digo que fue como si viviese la segunda vida.
El episodio mas memorable de su vida fue el reencuentro con la autora de sus días tras una pausa de sesenta años. Dioniso recordará sus primeras palabras toda la vida: “Ah, Dionisio, hace tanto tiempo que quería verte”.
Ahora es casi imposible encontrar esta obra en las librerías, pues fue agotado en semanas contadas. De ahí que su autor, Dionisio García Sapiko, planea reeditar los “Recuerdos, la vida de un español”, en una tirada de mil ejemplares, que sin duda tendrán la misma suerte que su primera edición.

lunes, 1 de agosto de 2016

Iglesia Católica y Ortodoxa. Diferencias.



Hay diferencias entre ambas Iglesias, son de carácter dogmático, litúrgico y disciplinar. Hay bastantes puntos de concordancia, buenas relaciones fraternales y ecuménicas.
Enumeraremos de una forma esquemática dichas diferencias:
(1) La Iglesia Ortodoxa no admite la procedencia del Espíritu Santo del Padre y del Hijo, sino únicamente del Padre, rechazando la adición del “Filioque” en el Símbolo Niceno-Constantinopolitano. En Jn. 15: 26, dice el Señor: “Pero cuando venga el Consolador, a quien os enviaré del Padre, el Espíritu de Verdad el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí”. No hay ni una cita bíblica que diga que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo.
El Credo dice: “… y en el Espíritu Santo que procede del Padre”. El Credo fue confirmado por Concilios Ecuménicos –Universales-, prohibiendo cualquier cambio, supresión y añadidura.
El papa de Roma Nicolás permitió que fueran añadidas las palabras “… y del Hijo” –“Filioque”- en el Credo. El Patriarca Fothios protestó y el papa Juan VIII prometió corregir el error, pero ni él ni sus sucesores jamás enmendaron dicha falta.
Esta diferencia de la procesión del Espíritu Santo es muy importante, la añadidura hecha por la Iglesia de Roma es muy problemática, pues afecta considerablemente la “monarquía” del Padre y relativiza la realidad de la existencia personal o hipostática en el seno de la Trinidad.

(2) Otra diferencia y discrepancia importante se refiere al tema del Primado de Roma. La Iglesia Ortodoxa no puede admitir el “papado” tal y como lo entiende la Iglesia de Roma, por ser opuesto a la Escritura y a la Tradición. Creemos que la autoridad mayor y la infalibilidad de la Iglesia descansan en el Concilio Ecuménico, y sólo en él.
La Iglesia Católica Romana fundamenta la Primacía del Papa de Roma como sucesor de San Pedro en el Evangelio de San Mateo (16:13, 16-18): “Preguntó Jesús a sus discípulos diciendo: `¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?...´ Respondiendo Simón Pedro, dijo: `Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo´. Entonces le respondió Jesús: `Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Yo también te digo, que tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella´”. Este pasaje evangélico no significa lo que la Iglesia de Roma trata de interpretar, pues la roca no es Pedro, sino la confesión de Pedro de que Cristo es el Hijo de Dios. La Iglesia está fundamentada y edificada sobre la divinidad del Cristo vivo y no sobre Pedro. La Iglesia no puede ser edificada sobre un hombre, sino sobre el mismo Dios. San Pablo dice: “Y la roca era Cristo” (1 Cor. 10: 4).
Todos los Padres de la Iglesia Indivisa, es decir, de la Iglesia del primer milenio, antes del cisma, tanto los de Oriente como los de Occidente, tenían dicha fe referente al tema petrino; incluso el Bienaventurado Agustín de Hipona –siglo IV-, Padre de la Iglesia Occidental, Latina, de Roma, refiriéndose al mencionado pasaje del Evangelio en su artículo 270 dice: “Tú eres Pedro y sobre esta roca que es tu confesión, que Cristo es el Hijo de Dios vivo, edificaré mi Iglesia”. En su artículo 76, también dice: “Los que edifican sobre humanos dicen: `yo soy de Pablo; yo soy de Apolos, yo soy de Pedro´. Pero los que edifican sobre la confesión de Pedro y la divinidad de Cristo, dicen: `Yo soy de Cristo. Porque la Iglesia está edificada sobre Cristo y no sobre Pedro´”.

(3) En cuanto a la Consagración Eucarística la Iglesia de Roma cree que ésta tiene lugar en la las palabras de la institución. La Iglesia Ortodoxa cree que en la transmutación (no transubstanciación), es decir, que el pan y el vino se convierten en el Cuerpo y la Sangre del Señor, durante el Prefacio, las Palabras del Señor y la Epíclesis –invocación del Espíritu Santo- sobre los santos dones y la comunidad de fieles.

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