sábado, 25 de enero de 2020

Polonia y el Holocausto

El Holocausto fue, sin duda, una de las mayores tragedias del siglo XX. Pero incluso hoy día, a 75 años del fin del exterminio judío, la cuestión de la complicidad en aquella catástrofe sigue dividiendo a países.

Este 23 de enero, la fundación World Holocaust Forum y el Instituto Yad Vashem —la institución oficial israelí constituida en memoria de las víctimas del Holocausto— celebran el aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, en la actual Polonia.
El presidente polaco, Andrzej Duda, no viajará a Israel porque los organizadores del evento en Israel se negaron a darle la palabra. En Varsovia celebrarán su propio evento el 27 de enero, por lo que están haciendo todo lo posible para restarle importancia a las festividades israelíes.
Sin embargo, los líderes de Estados, incluyendo el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, el presidente francés, Emmanuel Macron, el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, el presidente italiano, Sergio Mattarella, y el presidente ruso, Vladímir Putin, viajarán a Jerusalén y no a Varsovia.


A finales de diciembre, Putin hizo una serie de declaraciones críticas sobre la política polaca en el período entre las dos guerras mundiales (1918-1939) y la posición de Europa respecto a las causas de la Segunda Guerra Mundial.

El mandatario ruso se refirió a una resolución del Parlamento Europeo, en la que se afirma que la Segunda Guerra Mundial comenzó "directamente como resultado de la firma" del pacto de no agresión entre la URSS y la Alemania nazi en 1939, conocido también como el pacto Ribbentrop-Mólotov. 
Putin citó una nota de 1938 del embajador polaco en Berlín, Józef Lipski, al ministro de exteriores de Polonia, Józef Beck: "A él (Hitler) le llamó la atención la idea de resolver el problema judío mediante su emigración a las colonias de manera consensuada con Polonia, Hungría y posiblemente Rumanía (aquí le respondí que si se resuelve [el problema judío], le erigiremos un hermoso monumento en Varsovia)".

"En Polonia, las palabras de Moscú provocaron un aluvión de declaraciones al más alto nivel. Sin embargo, al comparar el contenido de estos comentarios con lo que Putin dijo en realidad, se llega a la conclusión de que el tema de discusión no es lo que Putin dijo, sino lo que los polacos creen que dijo", explica el columnista de Sputnik y analista político Alexander Kwasniewski.
Polonia y el antisemitismo
Por supuesto, es posible expresar indignación y explicar que el entusiasmo mostrado por el embajador Lipski no es más que una parte de los juegos diplomáticos, como insiste su biógrafo Marek Kornat. Este considera que es su deber justificar a Lipski y añade que durante la Segunda Guerra Mundial luchó contra los alemanes como si esto pudiera expiar sus opiniones antisemitas, continúa el politólogo.

"El presidente ruso no ha dicho nada que no sepan los historiadores y los que saben algo de la historia. El hecho es que para algunos, los hechos históricos adquieren un significado especial cuando es Putin quien habla", destaca Kwasniewski.
Nadie se indignó cuando el historiador alemán Rolf-Dieter Mueller en su libro El enemigo está en el Este. Los planes de Hitler para la guerra contra la URSS en 1939 escribió que los polacos buscaban el favor de Adolf Hitler, planeaban una campaña contra la URSS juntos y la solución final de la cuestión judía.

Putin ni siquiera mencionó el maltrato que la minoría judía sufrió en Polonia durante el período entre guerras. No dijo nada sobre la medida discriminatoria que asignaba asientos especiales en el colegio para las minorías nacionales, incluyendo a los judíos, o sobre la práctica de restringir el número de judíos en las universidades polacas.
Putin no mencionó las circunstancias de la muerte a manos de un nacionalista polaco de Gabriel Narutowicz, el primer presidente de Polonia, que fue apoyado por izquierdistas y minorías nacionales y por lo tanto se ganó el apodo de presidente de los judíos. Putin no recordó la expedición polaca a Madagascar para encontrar un lugar para el reasentamiento de los judíos, solo dijo que el embajador polaco Józef Lipski expresó su creencia de que los planes de Hitler para librar a Europa de los judíos serían bien aceptados en Polonia.

"Si alguien está indignado por las acusaciones de antisemitismo de los polacos, que hurgue en la historia antes de expresar su indignación, y conocerán la tolerancia polaca en todo su esplendor", cree el analista.


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