domingo, 17 de noviembre de 2024

Misiles ATACMS, por Scott Ritter

La administración Biden acaba de darle luz verde a Ucrania para utilizar misiles ATACMS fabricados y suministrados por Estados Unidos contra objetivos rusos dentro del territorio ruso, incluido Kursk.

Cabe señalar que Estados Unidos, junto con la OTAN, ayudó a planificar y ejecutar la incursión ucraniana en Kursk. Ahora que las fuerzas ucranianas están siendo rechazadas en la región de Kursk por las fuerzas rusas, la decisión de permitir que Ucrania utilice misiles ATACMS en Kursk no deja ninguna duda de que Estados Unidos es parte directa de la invasión y ocupación de suelo ruso por fuerzas ucranianas al servicio de la OTAN.

En resumen, Estados Unidos está ahora en guerra con Rusia.

Esta fue la posición adoptada por Rusia el 13 de septiembre, cuando el gobierno ruso advirtió a la administración Biden sobre permitir que Ucrania utilizara ATACMS contra suelo ruso.

La decisión de la administración Biden refleja un creciente sentimiento de desesperación por parte de Ucrania, la OTAN y Estados Unidos de que la guerra con Rusia está llegando a un punto crítico, donde una victoria rusa decisiva está prácticamente garantizada.

 El eje Ucrania/OTAN/EE.UU. también está preocupado por los resultados de las elecciones en EE.UU., que vieron a Donald Trump ganar decisivamente con una plataforma que busca poner fin a la guerra en Ucrania y evitar una escalada con Rusia.

La administración Biden parece haber tomado esta decisión basándose en dos supuestos analíticos específicos.

En primer lugar, Rusia está mintiendo y no intentará intensificar la situación.

En segundo lugar, que esta escalada por parte del eje Ucrania/OTAN/EE.UU. atrapará a la administración entrante de Trump y la obligará a mantener el rumbo en lo que respecta a apoyar tanto a la OTAN como a Ucrania.

Es probable que la administración Biden haya cometido un grave error de cálculo.

Rusia no aceptará esta escalada sin hacer nada.

La respuesta de Rusia será decisiva y posiblemente incluya atacar objetivos fuera de Ucrania.

Además, Trump no quiere una guerra con Rusia, heredada o no. En lugar de aceptar esta escalada como un hecho consumado, el equipo de Trump probablemente informará a la OTAN y a Ucrania de las consecuencias perjudiciales de la escalada una vez que Trump asuma el cargo el 20 de enero.

Este último punto es de suma importancia.

Si Trump logra distanciarse de la decisión de Biden de escalar la situación, Rusia podría moderar su respuesta y evitar el tipo de escalada que probablemente conduciría a una guerra nuclear.

Sería una acción sin precedentes por parte de Trump: una interferencia directa en las políticas de un presidente en funciones, aunque ya no esté en su cargo.

Pero la supervivencia de Estados Unidos y del mundo está en juego.

Esperemos que Trump se mantenga fiel a sus promesas y tome medidas para evitar la guerra.


Scott Ritter

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